Pensó que, así tumbada, como estaba, parecía una princesa. Una princesa de hielo.
El suelo sobre el que se sentaba estaba helado, pero el frío no le preocupaba. Extendió el brazo y la tocó.
La sangre de sus muñecas llevaba ya tiempo coagulada
El amor que por ella sentía jamás había sido tan intenso. Le acarició el brazo como si acariciase el alma que había abandonado aquel cuerpo.
No se volvió a mirar cuando se marchó. Aquello no era un adiós. Era un hasta la vista.
Camilla Läckberg
No hay comentarios:
Publicar un comentario