5 de febrero de 2013

¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!


Como un rifle a punto de ser disparado, como la mejor de las armas en manos del mejor de los tiradores ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG! 
Tan solo tes disparos son suficientes para dejare sin aliento, inmóvil, pensando acerca de que va a ser de ti. El mundo a tu alrededor se para, solo existes tú; tú y ese tormento con el que tratas de luchar, al que intentas ganarle la partida. La oscuridad poco a poco empieza a apoderarse de ti, de tus pensamientos, pero entonces te das cuenta de que todavía no es momento de rendirse, no es momento de doblegarse ante tal tortura.
Esta es la ocasión perfecta para dominar el dolor, para aniquilar el miedo que hay en ti; es momento de triunfar, de derrotar las infames sensaciones que recorren tu cuerpo. Tienes que dejar claro quien dicta, mostrando que sigues despierto, con vida. Tienes que demostrar quién lleva las riendas y para eso debes alejarte de las tinieblas y levantar un firme muro a tu alrededor, impidiendo su paso. Debes salir a la luz y observar el fulgor de la vida, deleitarte con lo que te rodea y sonreír, sonreír con ganas.
Déjale claro al dolor que eres un auténtico guerrero preparado para la peor de las batallas y, que como tal, no te vas a rendir nunca porque, eso es lo que los verdaderos guerreros hacen y, en este campo de batalla, tu eres el mejor, el más audaz, el más intrépido.


15 de junio de 2012

Race your life.

Los recuerdos se amontonan en el fondo de mi ser. Volver a ver aquella foto que había estado evitando durante más de siete meses, me hace volver a recordar el momento en el que se fue para siempre, sin despedirse, sin decir adiós.
Aún recuerdo aquel trágico día como si fuese hoy. Todo sucedió tan rápido... Estaba sonriente, como siempre, su melena rizada se movía con el viento y nos saludó a todos, como era de esperar. Pero minutos después ya no estaba, se había ido, el asfalto se lo había llevado para siempre, la velocidad e había arrebatado la vida, la mala suerte nos lo había quitado.
Recuerdo que aquellos cuarenta y cinco minutos de espera fueron realmente horribles. Mi mente quería pensar en positivo, quería pensar que saldría de aquella, que era valiente y que tenía la fuerza suficiente para hacerlo. Pero en realidad, muy en el fondo, sabía lo que iba a pasar aunque desease todo lo contrario. Aquellas imágenes... la cara del doctor... no dejaban lugar a dudas.
La confirmación de la noticia me dejó abatida, no me lo podía creer. No podía ser verdad, no le podía haber sucedido aquello a una persona como él. No conseguía aceptarlo. Jamás lo volvería a ver, jamás volveríamos a disfrutar con su presencia, se había ido y esta vez para siempre. El destino ni siquiera le había dado la oportunidad de despedirse.
Hoy, ya pasaron más de siete meses, y aunque se haya ido físicamente, sé que de alguna manera está aquí con todos nosotros. Su recuerdo está vivo entre aquellos que le teníamos aprecio, su recuerdo jamás se borrará porque M-, aquel niño grande de melena desgarbada, amable, sonriente y divertido, nunca desaparecerá de nuestros corazones.

«Para ser fuertes y ganadores hay que llegar y coger la bandera a tortazos».

17 de marzo de 2012

Flucht


Escapar lejos de aquí sin mirar atrás; marchar a cualquier sitio, a cualquier lugar.